lunes, 29 de septiembre de 2008

Buenas noches


Dejo una añada, canción de cuna, del cancionero popular asturiano
11 - con tomillo y romero.m4a, incluida en disco Lucas 15, que volví a escuchar en estos días y resultó mucho más bonito que hace unos meses.

En mi balcón hay menta, mucho perejil, peperina y orégano (cuando quiere). Nunca logro que la albahaca pase el invierno, así que ya es tiempo que vaya por un manojo y retome la lucha por su subsistencia, aunque sea un par de meses, no hay como su aroma. Faltan tomillo, romero y salvia, trataré de acopiarme unas plantitas. Quiero un perfume de hierbas y cítricos.

Que descansen.

domingo, 28 de septiembre de 2008

Los invito


sábado, 27 de septiembre de 2008

Just like a movie star


Gracias por la belleza, que es mucho.


La foto es de Sandford Roth, del año 1956 cuando el actor estaba filmando "Somebody Up There Likes Me".


La canción
05. the 6ths - just like a movie star.mp3
es del álbum "Hyacinths and Thistles" de The 6ths, la empresa que tiene Stephen Merrit para que otros le canten sus canciones, quien se puede negar. Quien canta es Dominique A.

lunes, 22 de septiembre de 2008

No tengo mucho que explicar


Soy tan obvia que floreció la margarita-bonsai que tengo en el balcón, florcita no temas que no te deshojaré. Comencé el día escuchando Huinca y lo terminé con Los Gatos.




Después les cuento del documental: "El rastrojero: utopías de la Argentina potencia".

domingo, 21 de septiembre de 2008

Un nuevo edificio

Dada mi costumbre de meterme donde no me corresponde, o donde se supone no me corresponde (vaya a saber quien supone las cosas, o quien yo creo que las supone), el viernes por la tarde conocí, apenitas, un nuevo edificio de la ciudad.

Coordenadas espaciales: Ayacucho y Córdoba, justo frente al gran palacio de las aguas. Coordenadas temporales actuales: Instituto de Enseñanza Superior N° 1 “Dra. Alicia Moreau de Justo”, en algún tiempo pasado: Caja nacional de jubilaciones y pensiones.

Gracias a Gonzalo y Bruno, quienes tuvieron la idea de presentar la materia que dictamos en la UNQ, una de ellas, es que terminé participando de las jornadas: “No hicimos nada: leímos y escribimos”, Cuartas (va con letra, no con números romanos) Jornadas sobre Didáctica de la Literatura, con la ponencia (se dice ponencia no exposición oral. Sí, nos la pasamos haciendo chistes de adolescentes con el término y sus interpretaciones): “Taller de trabajo intelectual: un cruce entre los discursos de la ciencia, la literatura y los medios de comunicación social”.

Gracias a Andrei Tarkovski, su película Stalker y el indispensable capítulo “El arte como ansia de lo ideal" de su aún no comprado “Esculpir en el tiempo”, pude escribir alguito para el trabajo. Eso fue lo único que hice, porque el viernes al llegar al colegio y ser invitada por mis compañeros a leer delante del público, en su mayoría profesoras de literatura, me negué. Mi cara de susto, solo decía que acababa de ver al conde Orlock. Ellos creían que era un chiste, y que finalmente tomaría las riendas, Gonzalo tuvo que aceptar que de verdad soy muy tímida. Ambos se encargaron de la lectura.
El ritual finalizó pronto y ahí desfilamos, mezclados entre un trabajo sobre “Crónicas urbanas” de estudiantes secundarios y universitarios; y una simpática narradora que nos presentó un tucán de la India, hipnotizador y fanático de las milanesas.

El edificio es el que tiene andamios en la vereda desde hace mucho tiempo, esta bastante olvidado, demasiado. No puedo hacer una descripción porque apenas visité un aula del primer piso, pero puedo asegurar, por lo poco que observé, que con una buena reparación lucirá mucho más contento.
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Cambiando el ángulo de la información, ¿puedo ir hasta el MALBA y presentar la tarjeta de la univerisdad, identificarme como estudiante como lo hago siempre, pero justo el día del estudiante? ¿Qué tiene mayor probabilidad de ocurrir: que me la rechacen dudando de mi calidad de estudiante, o me manden a festejar a los bosques de Palermo? Mmmmm

miércoles, 17 de septiembre de 2008

Valor agregado

A esta altura del partido sé que el ciclo de cine en la UNQ de los martes a las 19 horas, no le interesa a nadie más que a mí. Quizás lo supe desde un principio, como todo aquello que se sabe desde un principio.

Como sé que el ciclo de cine no le interesa a nadie más que a mí, me puedo dar ciertos gustos:

Pasar una película que no estaba programada, pero que tenía muchas ganas de ver, ahora completa, en pantalla grande. (Esto sí quiero aclararlo, presté la película programada y no me la trajeron, por las dudas siempre llevo películas de más. Hoy había escogido una deliberadamente, y otras, por si era refutada).

Disfrutar de esa película que caprichosamente elegí, sentada en la compañía de dos seres que no podían ser mejor compañía para sacar lágrimas y sonrisas sin preocupación alguna.

Pero por sobre todas las cosas me puedo dar el gusto, y alegrar enormemente, de promover que Tin se baje tres estaciones de tren antes al regreso de su trabajo, y se encuentre con Tin Tin, que se escapó de la clase, un día que quizás no se iban a ver.

Preciosos les pido disculpas, cuando me devuelvan “El odio” se las presto.

viernes, 12 de septiembre de 2008

Te lo digo al oído

Hoy 19:30 hs en La casa de la lectura (lugar que no conocemos)
Lavalleja 924 (entre Jufre y Lerma*)


* Que podría ser entre San Luis y Salta. Cosas que uno aprende en la primaria y nunca se las olvida.



miércoles, 10 de septiembre de 2008

Ayer soñé que soñaba...

Nunca recuerdo los sueños, salvo que sucedan en ese lapso de tiempo que transcurre entre el momento en que mi despertador suena y yo me niego a despertar, o mejor dicho, me despierto, pero gracias a una imposibilidad de levantarme (o innecesidad) me fuerzo a dormir otra vez; y el momento en que vuelvo a despertar, casi seguro que por aquello que soñaba. A veces logro conservarlo, como el de esta mañana, la del martes.

Soñé que estaba en mi casa y veía en el balcón una paloma que se desplazaba, con ese bamboleo poco elegante que tienen, bien pegada a la ventana. La persiana estaba un tanto levantada, altura suficiente para que el bicho pueda pasar, y el panel de la ventana, el derecho, un poco abierto. Al acercarme al vidrio para espantarla, me daba cuenta que era una paloma silvestre (de las grandotas, esas que en apariencia son iguales a las palomas pero las doblan o triplican en tamaño), eso me sorprendía porque nunca antes las había visto en la ciudad. Mi intento de espantarla era en vano, y mi velocidad para cerrar la ventana menor que la de sus patas. La cuestión es que el bicho lograba entrar y una vez dentro ya no era ni paloma común, ni silvestre, el emplumado que se paseaba por mi casa era un pato, de tono beigecito su cuello y blanquecino el resto del cuerpo.
Luego de una breve pero torpe persecución, lograba sacarlo. Curiosamente, el bicho no salía por donde había entrado, sino que debido al atropello, escapaba, al mejor estilo de dibujo animado, por una de las hendijas de la persiana. Desde adentro, ya sin verlo, yo notaba que el animal que estaba en el balcón, lucía aún muy asustado pero quieto. Parecía haber perdido la desesperación del interior, afuera, en vez de estar libre, se sentía asustado, como si tuviera que enfrentarse a un precipicio de siete pisos. Me asomaba para ver que pasaba, y ya no había un pato, menos una paloma, en el balcón había, todo acurrucado y muerto de miedo, un perro, tipo basset de colores similares a los del pato. Ahí le abría la puerta y lo dejaba pasar.

domingo, 7 de septiembre de 2008

Sochu no Fuji


Anoche empecé a crear imágenes en mi cabeza. La idea original fue de dibujos simples, con menos trazos sin tantos detalles, líneas que apenas digan, trazos que apenas muestren. Enfrentada a un completo desconocimiento de artistas quería que alguien me muestre bellos dibujos orientales que nunca antes hubiera visto. Recordé que unas semanas atrás, buscando vaya a saber que capricho, me había topado con unas fotos minimalistas de paisajes y pájaros de un fotógrafo japonés, cuyo nombre no anoté y ya perdí el rastro. Entonces quise pasar esas imágenes a dibujos, pero no veía los dibujos terminados, sino que quería ver como se iban formando los trazos. Como un dibujo animado que se fuera creando. Mi búsqueda se perdió en otros horizontes e inesperadamente me crucé con Hokusai leyendo la poesía del río que me capturó hace un tiempo. Recurrí entonces a lo bello conocido, para seguir luego buscando algo nuevo. Pero claro ya era tarde y estaba cansada. Me debo lo nuevo.

Sochu no Fuji (Fuji en una ventana), publicado entre 1834-1835, es una de las tantas formas de ver el monte Fuji.




lunes, 1 de septiembre de 2008

¿... y septiembre que trae?



No encontramos cerezos en nuestras plazas y veredas, menos amantes eternos unidos por un cordel rojo caminando las cuatro estaciones, pero tenemos unos pocos de estos arbolitos que no sé como se llaman, y que ya están a pura flor. Los hay en ciudad universitaria, camino al bioterio; los hay sobre las veredas de Roque Saenz Peña, entre la estación de tren y el edificio de la universidad; los hay en las calles del centro de Rosario, de donde es vecino el de la foto.

Nuevamente Agosto nos ha regalado días preciosos. El sol de invierno es el que más me gusta, después ya me da mucho calor, y tardes como las de hoy son ideales para sentir ese calorcito meciéndome en la mecedora, debajo del paraíso, con Reina en un intermitente reclamo de manos.

Por último: gracias Fabrice por la dulce mañana de sábado que nos convidaste. Una galería de arte por el barrio de Montserrat, un sótano fresco de humedad con almohadones cómodos, Amanda y su bincha violeta bailando con la gracia de una ninfa (esa niña no tendrá mayores inconvenientes en su vida), el pequeño que hubo de ser despegado del teclado del casiotone, altura que apenas alcanzaba. Los sonidos del theremin y las cuerdas, primero; tu voz dulce después, que se metieron en la duermevela inevitable del sábado a esa hora.


Septiembre una vez más...