domingo, 21 de marzo de 2010

Las babas del diablo

Me senté a escribir porque: 1) la otra opción era limpiar más la casa y ordenar la parte alta del mueble; 2) la última colgada data de unos cuantos días atrás, me incomoda abandonar este espacio, pero cada tanto me pasa que no me sale contar nada, o, lo que es peor, me sale contar cosas que no quiero exponer por repetidas, mustias, inexistentes, demasiado personales; 3) alguien me sacó de la modorra preguntando si ya no iba a escribir más; 4) se largó a llover; 5) el gato naranja duerme tendido en su máxima longitud sobre la manta unos tonos más oscuros que él; 6) en los azulejos de mi cocina hay dos rectángulos de papel sensible a la luz que ayer inpregnaron fotones a través del ojo de mi cámara estenopeica; 7) en el cuaderno hay tres textos que necesitan secarse, el del barrio de Villa Urquiza había sido el elegido para inaugurar la temporada de la melancólica felicidad que me trae el otoño -los otros son de los que no quiero que salgan-, pero recordé que tenía ganas de avisar de la muestra de "Grete Stern, Los sueños 1948 - 1951",en el MALBA por si algún despistado no se había enterado aún.

Primero fue la imagen y luego el conflicto. Para que esta colgada no sea un simple aviso de agenda urbana, ni una reseña del catálogo, además, como tuve la oportunidad de ver la muestra cuando estuvo en el CCR unos años atrás – Grete Stern es una de mis favoritas y seguro que hay una antigua mención en estas páginas, además de las fotos que ilustran la entrada de mi sueño- me metí entre los estantes de los libros para armar algo coherente, o al menos armar algo. Ay de mi inocencia, quedé atrapada en una suave maraña de ideas, fragmentos de citas* y autores** que divergieron de un click de Susan Sontag y convergieron en una singular imagen surrealista, imposible de describir y que me llevaría toda la tarde procesar. Entiendo esto como mi mejor recomendación para ir a ver esta muestra, aunque los del MALBA sean unos ladrones, eso sí de guante blanco.

Una mínima información, Grete Stern nació a principios del s. XX en Alemania, estudió en la escuela de la Bauhaus, se fue exiliada un tiempo a Londres, pero finalmente llegó a nuestro país junto a Horacio Coppola. Aquí se estableció y realizó su carrera como fotógrafa.
Otro detalle que no se aclara en la gacetilla de la muestra, dicen que gran parte de esta producción fotográfica se perdió porque la editorial Abril no conservó los originales.




*En el libro "Sobre la fotografía", hay una breve antología de citas que Sontag dedica W. Benjamin, a quien describe como "un apasionado coleccionista de citas".


**D. Arbus, W. Benjamin, Ch. Baudelaire, A. Breton, J. Cortázar, A. Pellegrini, (con un bonito libro de recopilación de poetas surrealistas), Man Ray.


miércoles, 3 de marzo de 2010

Adicciones

La inmediatez, cualidad esquiva de este espacio, pudo ganarle esta vez a la entrada de la ciudad Tsai Ming Liang, que ya lleva casi diez días en un archivo inconcluso y que probablemente siga así, o tome otro rumbo, o reaparezca en la próxima inundación.

Para no contradecir mis costumbres esto llega un poco tarde.

El lunes por la noche la película comenzó, como suele suceder en el piso 10, puntual y con reordenamientos. Los que llegan tarde y atraviesan toda la fila entre los sentados, para ubicarse cuando ya están los títulos; los sentados que exteriorizan su enojo en voz alta, o se levantan, se mueven por la fila y se paran unos segundos delante del tardío ; los otros sentados, no damnificados por los tardíos, pero que exteriorizan su enojo con los que vociferaron antes y retrucan un más fuerte shhhsh; los de las bolsas de nylon; los de la tos seca; los que se enderezan en las butacas provocando un ladeo en cadena, y alternando los lados, de cabezas; los conocidos de siempre.

No entiendo para qué llegó el color al cine, pensé, una vez que se silenció la sala y ya habían pasado unos cuantos fotogramas de “La nostalgia de Veronika Voss”
(Die Sehnsucht der Veronika Voss; Alemania Occidental, 1981). Así está mejor. Mientras seguía a la protagonista en ese juego de luz y sombra proyectado por el director, recordé aquello mencionado hace tiempo aquí, las ansias de una vida en blanco y negro. Si, así es mejor, más bello, más puro. Pero Fassbinder no es Truffaut, es más duro, ¿será el lenguaje? Fassbinder es terrible. Los pensamientos ajenos a la trama de la película siguieron por un rato, el periodista y su novia discutían, yo disfrutaba del saber que me gustan esas películas que me permiten pensar en otras situaciones, que aunque aparentemente no tengan relación alguna, son las imágenes de la pantalla las que lo logran. Pero de pronto, no sé que sucedió, estaba metida de lleno en la historia de la película, intrigada, asustada, casi asfixiada, tuve esa sensación de querer salir de ahí, de que termine de una vez toda esa situación. Salí de la sala repasando mis costumbres. Cuando desaté la bicicleta, descubrí la luna enorme, brillando entre nubes tenebrosas. La velocidad de los autos hacia ella, las luces de carteles y semáforos puntuaban con colores el cielo que parecía más oscuro que otras veces. No dejé de mirarla. Al subir por Córdoba quedó a mis espaldas, y la sentía, trataba de apresurarme para escapar y poder tenerla otra vez en la mira. Pedaleé pensando todo esto y muchas otras cosas. Son perfectos los escritos que hago en la bicicleta ¿Qué otra adicción tendré además del mate amargo por la mañana?