jueves, 30 de octubre de 2008

Y flotamos en el espacio nomás…

Déjela a ella, que por (gracias a) su vacío se mueva entre la gente; que sus formas, distintas cada vez: acá, allá o mañana, lleguen y me desplacen. Déjela que estoy disfrutando mucho, y ahora.
Lo curioso fue que a nadie me remitía, pasaban los años, retrocedían, y en el desfile de mis borrones otros se mezclaban, pero se desvanecían rápidamente. El intento de atraparlos, de endurecer el contorno, era inútil, me veía a mí y nadie más. Me di cuenta que nunca la había compartido, seguro hice el intento, pero ella fue una de esas que quedan amuradas, una de las tantas, pero una de las más queridas.

sábado, 25 de octubre de 2008

Se agradece,

(no sé muy bien a quien):

1) la visita de Spiritualized a estas latitudes;
2) una fecha fuera del Personal Fest, ahorrándome la presencia en ese festival (no me refiero a ahorro monetario);
3) la fecha es posterior a mi concurso, por lo que ya voy a estar flotando en el espacio.

jueves, 16 de octubre de 2008

La cuna de mis lápices

Yo estaba sentada en el borde de una de las tantas escalinatas del lugar, había olvidado mi lona y el pasto estaba un poco embarrado y demasiado húmedo para el gusto de mis nalgas. Tenía un lápiz violeta en mi mano, además del libro. La nena llevaba unos ramitos de flores para ofrecer a los visitantes del parque, se me acercó con sigilo, o así me pareció, yo estaba muy concentrada en la lectura y es probable que ella haya estado dando vueltas previas y yo ni enterada:

- ¿Tenés unas monedas?
Levantando muy poco la mirada le dije, apenas audible, que no.
- ¿Tenés otro lápiz?
Recién ahí me alejé de mi asunto y le presté atención.
- ¿Querés el lápiz? - mientras preguntaba la miré y se lo acerqué.
- Pero… ¿vos tenés otro?
- Sí, yo tengo una lapicera.

La nena subió las escaleras y muy pronto la perdí de vista, quise seguir leyendo, pero me quedé pensando en ese soberano “¿vos tenés otro?”. Luego en ese objeto tan hermoso que siempre, o casi siempre, tengo en mi mano. No es lo mismo un lápiz que una lapicera. Me gustan más los ellos. También me quedé con un poco de culpa, porque si bien el lápiz era de un lindo violeta, escribía feo, con un trazo gordo y difuso; además, no era de madera, sino de un plástico un poco raro. Lo tenía desde hace años de algún congreso. Me dio bronca no haber tenido un Staedtler o un Faber, que escriben mucho más lindo.
Entre los textos de Eduardo Wilde, esos a los que alguna vez llegué, hay uno que dedica con mucha ternura a su visita en Alemania a la fábrica de lápices Faber.



El domingo por la tarde también me robé una escultura del MNBA (Digo me robé porque no se pueden sacar fotos. Yo no lo sabía, era en la terraza.)


Robando una foto al MNBA

"Mujer con Libro", Fioravanti, José (1937). Museo Nacional de Bellas Artes

domingo, 12 de octubre de 2008

¡Qué cabeza la mía!


Olvidé decirles que es época de lapacho.


sábado, 11 de octubre de 2008

Josef Sudek en el Isaac Fernández Blanco

Recién supe de Josef Sudek el sábado pasado, me lo presentó mint al quitar el film protector a un libro de sus fotografías y dármelo para que le eche una mirada. También me adelantó algo sobre una muestra inminente de este fotógrafo checo en el museo Isaac Fernández Blanco, que ahora leo, se inauguró el pasado martes y continúa hasta el 7 de diciembre.
Un par de fotos de ese librito y las que aparecieron ahora, son suficientes para saber que no me demoraré en dar una vuelta por ahí. (Lugar bonito más allá de la muestra temporaria.)

A veces es extraño ver como se ciclan los hechos.

A veces prefiero no regresar entre estas páginas, pero igual lo hago.

A veces disfruto, pero igual lo hago.

A veces, que digo a veces, siempre intento que la espiral deje de tener solo dos dimensiones.

viernes, 3 de octubre de 2008

Aalterado

Hace tiempo que dejé de ir al cine de estreno, es más, a diferencia de otros años, casi ni presto atención a la cartelera. Otros factores, además del precio de las entradas y la incompatibilidad de horarios para ir los días más baratos, causan este desinterés. Los estrenos son cada vez menos de mi agrado; siempre hay películas más interesantes para ver en otros lados, las que generalmente se mencionan acá; por último, el cinema team se fue diezmando, hasta tenemos corresponsales en Laponia, por ende, películas que gracias a alguna invitación vería, quedan postergadas para otro momento, que seguro nunca llegará.
Eso sí, hay palabras claves que hacen que salga disparando a la sala la misma semana del estreno, sé con que bueyes aro y las que a mí me gustan las bajan tout de suite. Lo hice con “Persépolis” y ahora con “Aaltra” .

¿Qué decir de “Aaltra” sin crear falsas expectativas (todo es subjetivo), ni arruinar las sinceras? Prefiero callar cualquier referencia a su argumento, pueden leer la sinopsis en otros lados, y decir: véanla antes de que la bajen o bájenla (y véanla) antes de que se vuelvan buenas personas.
(No les voy a decir que por momentos el ser más latoso que muchos llevamos dentro se ve en la pantalla.)

Me permito algunas aclaraciones:
Humor negro, todo el tiempo.
Kaurismäki, solo el más ácido y absurdo, nunca el afable, se huele todo el tiempo. Por suerte muy de lejos.
No hay ternura, bueno casi.
Y vuelvo a callar, no sin antes agradecer a Cata y Stella que aceptaron raudamente la invitación. Bien Stella, como siempre, por ese detalle que se nos escapó, tengo que verla otra vez.
Ah, olvidaba comentar que el cine Arteplex centro es muy bonito, chiquito, casi familiar y con muchos detalles agradables, lo había conocido con Persépolis. Que la entrada barata es de $12, y de jueves a domingo $18, pero si se camina por Lavalle dos cuadras y media hacia el río, de la mano derecha en una galería muy angosta, hay una cartelera que vende entradas para este cine, el costo total es de $8. Hay que estar en todo. Que me gusta mucho como quedó la diagonal peatonizada