lunes, 28 de febrero de 2005

De yopin

Desde que salió le tenía ganas al librito de Liniers, "Macanudo" (ver la contratapa de la sección espectáculos de La Nación, abajo a la derecha). El sábado en un ataque de derroche me lo compré. Aquí dejo esta tira de muestra.

viernes, 25 de febrero de 2005


Qué bronca me da cuando no tengo sueño y lo único que quiero hacer es dormir.

martes, 22 de febrero de 2005

Se deshizo la luz

Parece que a Faraday (http://www.pagina12web.com.ar/suplementos/futuro/vernota.php?id_nota=1068&sec=13.
) cuando le preguntaban para que sirve la ciencia respondía con esta pregunta: ¿Y para que sirve un bebé?.
¿Se habría imaginado él que un par de siglos más tarde las ciudades y sus habitantes se volverían "inútiles" como un bebé cuando les cortan la luz? Yo creo que sí.
Anoche mientras algunos vecinos golpeaban sus cacerolas y hacían sonar silbatos yo me puse a jugar con la linterna, los objetos que tenía en la mesa y la cámara. Vergüenza ajena cuando después de 1:30 h la luz volvió y esos mismos vecinos festejaban como si el Diego hubiera hecho un gol. (En casa hoy se cortó a la tarde y ahora estoy escuchando quejas y por lo que veo desde mi balcón en las cuadras vecinas no hay luz. Eso me pasa por vivir en un barrio de gente pudiente con mucho aire acondicionado.)


viernes, 18 de febrero de 2005

En la calle


Ha vuelto el jefe y debo terminar, para el lunes, de escribir mis resultados. Hace una semana que estoy trabada en el mismo lugar, los últimos datos están un poco incompletos y no sé cómo acomodarlos para que mejor queden. El lunes empezaran las riñas, ja va a ser divertido. Pero estuve concentrada en esa tarea y nada escribí aquí.
Fue agradable volver a caminar por la calle (no más de 4 cuadras dijo el médico, ufa no le hice caso), tomar el subte otra vez, en fin hacer la vida de la gente común.
Rescates de estos días:
En el bar "El Sol" situado en Mansilla y Laprida, camino al kinesiólogo, veo todas las mañanas un señor mayor leyendo el diario con una lupa, además de sus gruesos anteojos. Ese bar es uno de esos pocos que quedan sin reformas por "complejo de viejos", convirtiéndolo en una atracción para mi.
Camino al subte por Jean Jeaures, al salir del kinesiólogo, me cruzo con un adorable cachorro negro con el pecho blanco que me empieza a seguir contorneándose como un gusano enchufado a 220, su dueña que ya venía luchando con él, lo llama: -Rosita, vení para acá -. Acto seguido, un señor que caminaba detrás mío me dice: - Que costumbre tiene ahora la gente de ponerle nombres de personas a los perros -. Sí, me desmayé de la risa.
En el subte, que venía lleno y tuve que viajar parada, me entretuve mirando como una señorita vestida de musculosa blanca y falda rosa furioso, se maquillaba espantosa e inutilmente. Empezó con un brillito en los labios y terminó con el área total de sus párpados de un color rosa perlado, un horror, cuando cierra el espejito descubro que tiene un sticker de Chayanne.
En el instituto tuve que explicar que no me había ido de vacaciones sino que me habían operado, creándose esta conversación:
V: Ah Ceci (esta Sra, me empezó a decir Ceci y tratar cordialmente el día que acepté darle un poco de mi sangre para una investigación que están haciendo), vos también estuviste de vacaciones?
Yo: Si, de reposo en mi casa. (le expliqué bla, bla.)
V: Ah por esa vez que te caíste acá?
Yo: No, eso fue en el invierno. (Mi resultado esguince en el tobillo izquierdo y llamado a los médicos en el trabajo!!! Resultado del establecimiento: banditas antideslizantes en el borde de los peldaños de la escalera)
V: Ah por esa vez que te habías golpeado la cara?
Yo: Nooooooooooo, eso fue mucho antes que me desmayé, me caí y me golpeé.
Sale una de las chicas a mi rescate
C: Es que Ceci, se cae muy seguido.
Fin de la conversación y de este posteo.

martes, 15 de febrero de 2005

Detente instante, eres tan bello


Mañana vuelvo al trabajo, es la segunda vez en seis años (si, hace seis años que estoy ahí) que me ausento dos semanas seguidas, y la primera vez que no extraño y no quiero volver. Es que no estuvieron tan mal estas reposadas vacaciones. Como voy a extrañar mis dos horas a la tarde de hacer nada mirando las películas de canal 7.

lunes, 14 de febrero de 2005

Pedido

Moz, para la próxima vez que vengas, quiero escuchar Why don´t you find out for youself, además de Trouble loves me que ya la venía pìdiendo.
Llevo toooooooooooooooooda la tarde para armar UNA figura de la maldita tesis, y ni siquiera es para demostrar algo nuevo! Y ni siquiera quedó bella!. Ya esta tenía que descargarme.

viernes, 11 de febrero de 2005

¡Sorpresa!


Miren quien vino a visitarme!

martes, 8 de febrero de 2005

El Club del esqueleto

Anuncian que continúa la veda en los “boliches” (según parece solo las discos y los recitales fuera de la panamericana son seguros.) Los inspectores no dan abasto con su tarea. Cada partícula que se inspecciona en la ciudad no es segura. Los vendedores de matafuegos aumentaron sus ventas, y sus precios. Ya ni sé en que estado está lo del plebiscito. Si, No, vinculante, juntando firmas, habrá que esperar el resultado de nuevas encuestas para que tomen una decisión. ¿Cambia/rá algo?.
Recordé un texto de Eduardo Wilde que describe los bailes que organizaba Pirovano antes de convertirse en hospital. Quizás debamos seguir sus consejos, no están nada mal, pero me parece que tampoco nos habilitarían.
El texto se encuentra en el tomo Nro 9 de las Obras Escogidas del autor, una colección de editorial Estrada. El libro lo conseguí en una de usados, ¿pero cómo me interesé por él? Leyendo (en alguna página web) una carta que Wilde escribía al director del diario La Nación, Bartolomé Mitre, quejandose de su producto.

... un hábil operador y es y ha sido sobresaliente en química.
Esta cualidad le permitía preparar un azúcar inflamable con la cual, a la larga, tuvieron que familiarizarse todas las niñas que asistían a los bailes del club del Esqueleto.
Creo que este club es el único de su especie que ha existido en el mundo.
El club del Esqueleto fué una asociación en la cual figuraba Pirovano, en su doble calidad de miembro activo y de repostero, empleo que le fué confiado en virtud de su habilidad para fabricar vinos y licores con las tinturas y los jarabes medicinales de la botica del hospital.
Creo que fué Sydney Tamayo el fundador del club del Esqueleto. Tamayo es actualmente médico y se halla en Salta prodigando a sus paisanos los dones de su talento maravilloso.
Cuando era estudiante, tocaba la flauta con exquisito gusto y el ciego Gil, otro estudiante distinguido, lo acompañaba en el piano. El tener Tamayo una flauta y haber alquilado Gil un piano, fueron los trágicos sucesos que dieron origen a la formación del club del Esqueleto.
El propósito de esta asociación era dar bailes sin un medio y divertirse de balde, pasando gratis las horas que se haya pasado mejor sin pagar nada en este mundo.
Tamayo, Gil y cuatro estudiantes más vivían en una sala de la calle de San Juan.
Los días en que debía haber baile, sacaban al patio las camas, se alfombraba la pieza con las frazadas de los enfermos de la sala de crónicos del hospital de hombres, se pedía sillas a la vecindad. Tamayo robaba chocolate en la despensa del mismo hospital; se compraba masitas por subscripción; Pirovano hacía los cocimientos necesarios en la botica, con los que preparaba los vinos y los licores; llevaba un tarro de pastillas de quermes, con que debía obsequiarse a las señoras y, hechos todos estos preparativos se invitaba a las niñas del barrio, que eran, cuando menos, novias legítimas de cada uno de los estudiantes.
El doctor Larrosa, asistente infalible a esas tertulias, me ha confesado a mí que pocas veces ha estado en reuniones más amenas, a pesar del disgusto que le causaba ver trancadas las mesas y compuestas las sillas con los omóplatos y tibias de los difuntos que suministraba la sala tercera.
Aquellos bailes famosos en que jamás se cometió desorden alguno, para honor de los estudiantes, y en que se armó no pocos matrimonios, a imitación de lo que sucede en el Club del Progreso, terminaban siempre cuando Gil y Corvalán declaraban que tenían sueño y comenzaban a acercar sus catres, húmedos de rocío, a la sala de baile.
Entonces Pirovano servía la última copa de tintura de ruibarbo, que saboreaban con indecible placer las damas y caballeros de aquella fiesta.

lunes, 7 de febrero de 2005

Gente molesta

¿Será posible que un disléxico hoy 5:15 am, marcó mal su TE y en lugar de conectarse con la remisería se conectó con mi casa? ¿Pero saben qué fue lo peor? Me despertó en medio de un sueño. ¿Pero saben qué fue peor aún? Yo estaba soñando con el trabajo. Ustedes dirán que entonces estuvo bien que me haya liberado de semejante pesadilla. No, error. Porque yo nunca recuerdo mis sueños, entonces, hoy al despertar normalmente 7:30 nunca me hubiera enterado que mis sueños son tan..., lamentables

sábado, 5 de febrero de 2005

Aviso parroquial

Fotos de Henri Bresson!!! El Centro Cultural Borges le rinde homenaje con una importante muestra que se inaugurará el próximo jueves, aquí http://www.lanacion.com.ar/676656 la nota completa. Ahí estaré (en cuanto pueda caminar), que precio le pondrán a la entrada porque esos son unos...

miércoles, 2 de febrero de 2005

Confirmado: los meniscos están de sobra

ADVERTENCIA! El siguiente relato contiene imágenes que pueden herir su susceptibilidad.
Un tropezón no es caída, pero para mi una caída terminó en quirófano. Por fin me operaron para eliminar la bursa que se me había formado en la rodilla consecuencia de mi último atentado contra el piso (esta vez en pleno estado de conciencia.) Me interné con una calma envidiable, puesto que nunca antes había estado en un quirófano, pero la intervención parecía sencilla, el médico (un híbrido entre Lanchita Bisio y Jean Paul Belmondo) me había explicado, previamente, que se hacía un tajito y drenaba el líquido acumulado. Mi gran preocupación era la anestesia, no me molestaba que me duerman hasta el más allá, el problema era que me enchufen la peridural que ya de nombrarla me da escalofríos.
El primero en verme fue el médico anestesista, que como todos los de su especie, estaba mal de la cabeza. Una especie de Cucho de los decadentes pero con canas en vez de claritos. Me dijo que me daba unos tranquilizantes y después anestesia local, ¡buenísimo pensé!. Luego un delicado camillero me llevó hasta una ventana dio unos golpecitos y pasando ese marco, custodiado por una cruz, ya estaba yo boca arriba en el quirófano. Dos enfermeras me esperaban todas enfundadas en barbijos y ropas celestes. El recinto se parecía más a una agencia de Dotto models que a un quirófano, aunque algunos artefactos con cables, visores y perillitas indicaran lo contrario (quiero una de esas lámparas cual platos voladores para mi casa.) El anestesista que le decía a una de las enfermeras que lo ponía loco el perfume que llevaba, después contaba, que como la jefa de la sección de obstetricia del Otamendi le había dado 50 años (él tenía 47), se había sentido viejo y se iba a hacer los oscuritos, empezar a ir al gimnasio y no se que otras tonteras más. Ahí ya me enchufó algo en el brazo, mientras llegaba el cardiólogo, y el médico ayudante de J P Bisio, que yo creo estaba en mi misma situación: primera vez en el quirófano.
De a poco me fueron acondicionando para la operación: lavado de la pierna con pervinox, tensiómetro en el brazo derecho, plásticos para aislar el resto del cuerpo y una sábana a la altura de mi pecho ofreciendo de biombo para que no vea. Mientras tanto, el anestesista trataba de localizar por celular al doctor operante, que parece estaba haciendo otras cosas, y le preguntaba al médico ayudante que me iban a hacer. Mejor olvidar ese momento porque el ayudante tenía una cara de susto peor que la mía, mirando la resonancia dijo la siguiente frase: - y... no sé que querrá hacer el doctor -.
El anestesista, por suerte, ponía cordura a todo continuando con su circo. Sentí los tres pinchazos en la rodilla pero el último (intra-arterial, creo) fue mortal y casi casi me les desmayo, por fin un poco de acción. El pobre cardiólogo vino corriendo a tomarme la presión y Cucho que me decía: -¿pero qué nos haces?-, ahí le aclaré que me desmayaba fácilmente y el cardiólogo dice le damos atropina, total todavía no le enchufamos nada. Por otro sector de mi cuerpo el médico joven ya había empezado a meter mano en la rodilla, sentí como algún líquido frío chorreaba por ella, pero luego sentí un dolor, avisé, y Cucho me prometió un coktel exquisito del que luego le pediría más y...
... recién me desperté cuando otro camillero me llevaba, el circo había terminado, nunca supe quien me había operado, solo pude decir chau a unos hombrecitos de contornos difusos vestidos de verde.
Ya en la cama me enteré por boca de mi madre que JP Bisio, previo aviso a ella, viendo el trabajo que se habían tomado de abrirme la rodilla, había decidido sacarme las cosas que tenía estropeadas y de más, así fue como perdí los meniscos de mi pierna izquierda, que según él estaban destruidos pero desde hace mucho tiempo.
Confirmamos así que los meniscos, como el apéndice, y no sé cuantas cosas más son meros objetos que fueron puestos en nuestro cuerpo para que los médicos facturen más operaciones!