jueves, 2 de junio de 2016

Transportación



...y un perfume de yuyos y de alfalfa
que me llena de nuevo el corazón.

Me gusta el olor de los cítricos. Clavar la uña en su cáscara para arrancar un pedazo y sentir las miles de gotas que se expanden en el aire. El rostro responde cerrando los ojos, frunciéndose y marcando todas las arrugas posibles. Mi preferido es el de las naranjas rasgadas al sol las tardes de otoño.
 Me gusta el olor de mi gato cuando estuvo al sol. El olor a tierra mojada y pasto recién cortado. El olor de los fondos de las casas con albahaca, menta, peperina y cedrón. El olor de los eucaliptus y los tilos.
El olor del choripán en la plaza y los asados improvisados en las veredas. El olor a salsa que nunca me convidó mi exvecina, el de la sopa de tomate de mi abuela, los locales Bonafide y la comida de hospital.
Me gusta el olor de la ciudad en la madrugada y el de la ruta al atardecer.
Me gusta el olor del cuerpo cuando se moja en la ducha, el de la piel sin perfume alguno, el olor de los tipos que me gustan, los besos con olor a tabaco y las manos con olor a tinta y tierra.
El olor a mar siempre.

2 comentarios:

Paterna dijo...

Muy lindo, pero el olor de comida de Hospital, no! Mejor dicho, nunca!
Si no lo leíste, te recomiendo leer El Perfume de Suskind.
Saludos.

Unknown dijo...

Si lo leí hace tiempo, y vi la película también. Si es raro lo de la comida de hospital pero así es.
Saaludos!