sábado, 29 de septiembre de 2012

Mañanas (II)

En busca del silencio perdido

Claro que no todas las mañanas son iguales.
Pero hoy desperté, no tan temprano, y con el sonido de una motosierra instalado en el cerebro. 
El ruido se hace insoportable y se agraba por los bocinazos de autos que se apuran un sábado por la mañana. ¿Qué es eso?
La Masacre de Texas se ha instalado en la calle, desde la semana pasada la poda se está comiendo todas las Tipas. Me entristece pensar que no voy a ver la lluvia naranja para fines de noviembre, que las veredas seguirán del color habitual, y perderán la frescura, que las distinguía de otras. Adios a esa brisa suave y algo refrescante del calor de la ciudad.
Entiendo que esos árboles son viejísimos y estaban descuidados, pero no están dejando nada. Ah el Sr. Thais los debe estar insultando desde algún lugar fresco y sombreado. No sé mucho de podas, creo que se hacen antes de la llegada de la primavera, es probable que la burocracia los haya demorado y que algún punto mal colocado indique una distancia incorrecta de corte. Puede que sea el modo más cómodo de abrir el paraguas frente al risgo en que se habían convertido estos árboles durante las fuertes tormentas. Nada parece ser pensado, evaluado, proyectado. Todas las resoluciones parecen que salen de modo abrupto de una persona que a nadie consulta. Un porque sí, siguiendo una lógica insostenible.
Queda esperar y ver que pasa esta temporada primavera-verano con ellos.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

También masacraron los árboles que bordeaban Avellaneda en caballito cerca de ferro. Cortaron todas las ramas al ras del tronco! Son de esos que me dan la alergia y que yo puteo puntualmente durante toda la primvera, pero tampoco es para tratarlos así!
cata

Betina Z dijo...

Hace poco, volviendo a casa, vi una larga hilera de troncos mutilados (y un colchón de pelusas de plátano a sus pies). Yo también me quejo de las pelusas, son molestas, y entiendo que haya gente a la que le hace muy mal, pero el espectáculo era tan triste... Pegué la vuelta rogando que el plátano enorme que da a mi balcón- y que entre la primavera y el invierno lo sumerge en una bella de selva de altura-se hubiese librado de la mutilación.
Por suerte-al menos por ahora- sigue ahí.

No sé bien cómo debería hacerse la poda, pero en efecto, no parece estar hecha de la mejor manera.

Un beso