viernes, 11 de diciembre de 2009

Beeswax*


"Pensaba escribir un libro
que hablara de los motivos
por los que se dan las cosas..."


La feria llegaba los domingos a mi barrio, aún lo hace. Recuerdo que a veces acompañaba a madre por curiosidad, un poco a la espera de regresar con un objeto entre mis manos, otro poco a disgusto; cierto que el balance de ambas componentes estuvo siempre determinado por la edad, con un máximo para el disgusto en plena adolescencia. Los puestos se acomodaban regularmente, y como los blancos de madre no cambiaban mucho de domingo a domingo, el trayecto, que ahora no recuerdo, solía ser el mismo. La mercería era una de mis paradas preferidas, buscaba botones y cintas, futuros perifollos de alguna ropa que ella me cosía. Me parecía increíble pero las frutas y las verduras eran mucho más coloridas y aromáticas que en la verdulería, y se compraban en mayor cantidad; adoraba, como lo hago ahora, la llegada de las frutillas y en verano siempre votaba por llevar un gran pedazo de sandía, ese placer cambio un poco los últimos años. Detestaba la fila interminable que había en la granja, y sus olores, las mugre que iba quedando en la vereda, era también un ritual que después de unas cuatro cuadras, sumadas a las cuatro que ya habíamos hecho para llegar, me cansaba de caminar, de esperar a madre, de chocarme con otros, de saludar vecinos, de la muchedumbre y quería regresar. Hace tiempo no voy a la feria, pero creo que madre sigue yendo cada tanto.

Con los años y algunas ciudades visitadas las ferias o mercados fueron otros: el Rastro un paseo reiterado y siempre distinto de mis lejanos domingos en Madrid; Portobello donde compré uno de los objetos más queridos de mi guardarropas; el mercado retro de Rosario, al que mis primas sólo accedieron a acompañarme porque me quieren mucho; el de Pulgas que ya ni sé donde está; el que conocimos el año pasado en Mar del Plata, cerca de la plaza Independencia, donde un señor reparador de cámaras de fotos de enamoró de la mía; Parque Centenario; Parque los Andes; Tristán Narvaja que no pudimos recorrer más que dos cuadras por la lluvia feroz y tantos otros que son y serán siempre bienvenidos. En fin, las ferias, mercados o tiendas son lugares de encuentro y hallazgos acá o en la china.

La intención de esta entrada no fue describir escuetamente las ferias visitadas, podría detenerme en cada una de ellas párrafos y párrafos, pero vine hasta acá para avisarles de una feria que mañana haremos en el barrio de Caballito. Espero que los locos sueltos de esa zona no intimiden vuestra presencia: vengan.


*Besswax: La última que vi de Bujalski, y me gustó.

7 comentarios:

andal13 dijo...

¡Uy, las ferias...! No tengo "cultura de feria", pero aquí en Montevideo son un clásico... Justo mañana tengo pensado ir a la de La Teja a ver si consigo una parrilla para mi parrillero.
La mitad o más de mi biblioteca fue adquirida en Tristán Narvaja, y solía vestirme en la de Villa Biarritz, pero ahora hace mucho que no voy.

La que se arma en San Telmo es preciosa, ya que estamos.

Y ni qué hablar que me gustó lo de "frenteamplista"!
;-)

Unknown dijo...

Ah menos mal que no tenés cultura de feria, ahí nomás me nombraste tres.

La feria de San Telmo es muy linda pero hace un tiempo se puso demasiado cara, los locales debemos salir del circuito turístico para comprar.

La feria frenteamplista se comenzó a diseñar mientras estábamos tiradas en la playa de Piriápolis "quemándonos" al sol (esto sin darnos cuenta en el momento).

Anónimo dijo...

La Tristán Narvaja es LO MEJOR en ferias de ambas orillas lejos!
Es uno de los motivos que mi hizo amar Montevideo.
cata

Unknown dijo...

Un motivo más para regresar, con ganas de una estadía más larga.
Por algo es que en el descuido me traje la llave del hostel.

andal13 dijo...

El domingo fui a la feria de La Teja (un barrio de la zona oeste de Montevideo); no conseguí el parrillero que quería, pero sí al herrero que me lo está haciendo a medida.
Ah, los duraznos estaban a buen precio.
;-)

Si volvés a Montevideo, hacele caso a Cata: pasate un ratito en Tristán Narvaja entre libros de viejo, antigüedades, discos de vinilo y dentaduras postizas, y verás que es un verdadero disfrute.

Unknown dijo...

Ah que bien el herrero, mi papá, que no es herrero pero se da maña para todo, es un excelente parrillero, hace sus parrillas y ni te cuento los asados que se manda.

De Tristán Narvaja llegué a recorrer dos o tres cuadras luego se largó con todo, pero en ese tiempo me compré dos libros.

En enero vuelvo a Uruguay, pero a las playas.
A Montevideo quiero volver todos los días.

Unknown dijo...

Ah ya voy a compartir las fotos.