domingo, 22 de febrero de 2009

Resfriada en el andén

The wind is low, the birds will sing

El andén estaba casi vacío, a lo sumo tres personas en el extremo izquierdo, y él en el lado opuesto, parado cerca del último banco, unos cuantos metros antes del final del andén. De lejos su apariencia me dijo que me gustaba. Miró para atrás, el subte no llegaba, se sentó. Quise apurarme para sentarme a su lado pero no me pareció prudente quitarle la soledad. Tanto espacio libre y posarme a su lado, yo hubiera protestado. La suerte quiso que tres chicos entraran al andén, pasaron a mi lado revoloteando un paraguas y se pararon cerca. Decidí que sentarme a su lado no iba a indicar más que tenía ganas de sentarme, y que prefería estar más cerca de él que de los otros tres. Así lo hice, pero a una distancia prudencial, que a su vez me permitía mirarlo mejor.
De cerca me gustó más que de lejos. Sus ojos marrones, su cabello castaño despeinado, sus piernas largas a quienes pude perdonar un pantalón de corderoy en verano, sus manos, sus rasgos definidos, cierto sosiego y, otra vez, la prudencia. Me pregunté si había advertido mi presencia, claro que me había visto, pero pensaba si algo de mí lo llevó a mirarme. Mi vestido veraniego de pájaros coloridos, mis chatitas rojas, mi cabello oscuro, mi andar descangayado, el sentarme a su lado. Ambos nos aquietamos con la mirada al frente. Nuestra distancia permitió que al llegar el subte entráramos por diferentes puertas pero en el mismo vagón. Él quedó cerca de la puerta y supongo que sintiéndose observado (o porque tenía que encontrarse con alguien al bajar), se miró en el espejito que hay pegado a la puerta, con sus manos se acomodó el cabello, lo echó para atrás y casi nada más. Pensé que en solo dos estaciones lo perdía, y así fue. En la combinación no lo sentí caminar detrás de mí, ni pasarme, una vez que subí las escaleras miré para enfrente hasta verlo pasar por el andén. La B era su destino. En verdad sospecho que nunca me miró.

Me pregunto cada cuanto tiempo uno se cruza y conoce personas hermosas, si eso esta regulado de algún modo y es diferente para cada persona, y cuestiones así. Remendando el tiempo sospecho, y decido según mi protocolo, que ya es hora de volverme a cruzar con alguien hermoso. Eso sí pido por favor, impero, exijo, esta vez, poder gustarle. El hecho es que voy por muy mal camino, quizás deba cambiar de combinación o de línea.

5 comentarios:

Santiago Cabanillas dijo...

Muy lindo relato. Yo me pregunto porqué siempre esperamos...El subte que no llega, el amor que no se pronuncia, que se acerque, que me mire, que me toque, que me quiera, que me bese, que le guste- Pienso en vos y en ese hombre de ojos marrones, abriendo la puerta de sus respectivos departamentos, prendiendo la luz y enfrentando la quietud y el silencio de los muebles. Pienso en sus soledades, y en la soledad que esos muebles planchados pronuncian. Y pienso en esas cosas que pueden cambiar si uno decide no esperar más. Un abrazo fuerte. Ire leyendo de a poco todo tu material que pinta bueno, o por lo menos, mueve al pensamiento, que eso está mejor. Saludos!

Anónimo dijo...

Yo agradezco a la gente linda y anónima que hace vuajes más placenteros. Salvo esas linduras que lo perturban a uno y los hacen dudar/olvidar qué estación era la correspondiente.
Hermoso texto. La idea del protocolo me suena tentadora, pero siempre sucumbo a la insoportable improvisación!

Unknown dijo...

Hola Santiago, que lindo que hayas pasado por acá, muchas gracias por comentar.
No sé porque pienso que él llego a su casa y alguien lo esperaba, por mi parte la quietud y el silencio de los muebles se tranformaron en enlaces que me llevaron a tu cáscara y fue una grata compañía.
Trato, no creas, de no esperar más.
Ojalá mi material te de ganas de volver.
Saludos!


Tintin, siempre disfrutando de la belleza, siendo vos una de las personas más bellas de este mundo, por suerte nada anónima para mí.
Gracias por lo que decís, yo vivo de protocolo en protocolo pero creo que parezco una improvisada.

Mariana dijo...

Ja! me hiciste reir, me senti identificada, yo en el subte cada dos por tres me cruzo con personas bellas. El subte es un flash...
Primera vez que paso, me gusto.

Unknown dijo...

Gracias Estrellina por pasar y coemntar. Es verdad el subte, dependiendo la hora del día, es un agradable panorama de las personas de la ciudad.