miércoles, 18 de abril de 2007

Anecdotario BAFICI

El BAFICI, como todo, no puede funcionar sin anécdotas, frases insólitas y personajes extremos, la suerte es que como se junta tanta gente en un mismo lugar, aparecen fácilmente a no más de tres butacas de separación.

El que ríe a carcajadas. No importa el estilo de la película siempre hay alguien que resopla, se aburre y se pone a jugar con el celular y un opuesto, que mirando lo mismo, no para de reirse a carcajadas. El viernes por la tarde en el Atlas Santa Fe 1, en la función de Hana, con Prima Laura quedamos ubicadas en una zona de grandes festejadores, pero a quien más cerca tuvimos, tan sólo a una butaca de distancia, fue a “el gran reidor”. Como comenté abajo, la película es simpática pero no da para tentarse todo el tiempo, este personaje fue el único en toda la sala que tuvo la capacidad de no dejar una escena sin festejar a carcajadas. Incomprensible y para tenerlo en cuenta en una próxima película y huir de su lado, por suerte era muy identificable.

La que grita como loca. Misma sala, dos horas después con Corazones, y la suma de Stella al grupo. Las luces comenzaron a apagarse mientras la gente seguía entrando y trataba de sentarse en las pocas butacas libres, ya habían pasado las insoportables publicidades, el corto separatista del festival, y estaba a punto de comenzar la película, cuando sentimos unos gritos agudos por atrás, pero no muy lejos. Una señora empezó a decir a un chico que no podía sentarse ahí porque si ocurría una catástrofe no íbamos a poder salir. Yo supuse que la persona en cuestión estaba tratando de sentarse en la escalera y no objeté la correcta decisión de la señora, pero el revuelo continuó, los gritos se agudizaban y la película ya empezaba, al menos los títulos. Ahí fue cuando empezamos a escuchar la siguiente frase una y otra vez, con una voz segura y arrogante: “hay que venir temprano si querés conseguir lugar, yo hace 45 minutos que estoy acá, yo soy periodista”. La onda expansiva siguió su curso y el resto de la sala empezó a actuar con los clásicos: “shhhhh”, “cállese señora...”, “bueno basta”, “cortenla”, tampoco faltaron las risas hasta que uno gritó “cállenla o péguenle”. La película empezó y por suerte la frase se fue desvaneciendo. Parece que había un lugar libre que la periodista había reservado para alguien que nunca vino, y, con toda razón, la otra persona quería ocuparlo. También identificamos a la señora de pequeños rulos color borgoña, para no volver a acercarnos.

Nos enteramos que conocemos a un fanático de Tsai Ming Liang que tiene y le gustan todas sus películas, hay que ser fanático de ese director. Hay de todo en la viña del señor. Lo insólito fue que hacía tiempo que no veíamos a éste chico, y unos minutos antes de que aparezca caminando, yo me estaba acordando de él por algo, más precisamente decía que hacía mucho que no lo veíamos. Que raro, ¿funcionará con otras personas?
Ahhhh! Las chicas del balcon del 2º o 3º piso de algún departamento de la calle Anchorena entre Tucumán y San Luis (creo) gritando: "al de mochila azul lo parto", eso pasa por caminar vestido de instalación por las calles de la ciudad candidata a patrimonio de la humanidad.

Ahora queda repasar las pelis que no se pudieron ver, chusmear que resultó interesante a otros y de a poco volver a ver las que gustaron.
Adeu

3 comentarios:

Anónimo dijo...

me hiciste acordar dos cosas:
1) YO, cuando me tente MAL por el oompa loopma con anteojos blancos y no se me paso por el resto de la pelicula. Ahora lo miro y no me da tanta risa...no se que me paso.
2) Dany corriendo como un T-rex a 300 millas/h por el medio del cine despues de divisar 4 asientos libres en hilera.
besos

Anónimo dijo...

Siii "la gran mili" como se la conoce en los ambientrs cinefilos!
...y la frase de Las de Anchorena fue "lo parto en cincuenta"..

Anónimo dijo...

Entreguen al de mochila azul!!!!