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domingo, 2 de marzo de 2008

La casa colectiva, Buenos Aires 1919

Esta entrada iba a ser corta, precisa e impersonal (o lo más posible), pero se convirtió, una vez más, en una red de (in)conexiones particulares. Sepan disculpar. (Quiero un brazo derecho nuevo porque ya no puedo teclear más. Quiero días más largos porque no puedo evitar dispersarme)

El viernes por la noche mis planes cambiaron un poco, en vez de ir al Malba por El Golem fui a Caseros 3183 por unos ñoquis salteños y caseros. Originalmente los ñoquis salteños no fueron de papa sino de ricota y zapallo, no debo extrañarme tanto, porque, aunque la salsa era salteña, los ñoquis fueron amasados por una distinguida dama de Paraguay.
El jueves cuando llegó la invitación no pude rechazarla, cierto que El Golem era la película que más quería ver de todas las proyectadas en las trasnoches de febrero, pero ñoquis un 29 de febrero se comen cada cuatro años. La película se puede ver en otra oportunidad, claro que no esa función. Además, hacía mucho tiempo que no tenía contacto con GW, a quien conocí hace 10 años en Madrid. A veces suceden cosas extrañas, en la semana reaparecieron mails con noticias de otras amigas de esa cosecha y él vino a mi memoria, antes de que envíe un mail para tener noticas me llegó el suyo. ¿Tengo ese don de llamar a la gente?




Otro motivo que justifica la ida a Parque Patricios, no es ninguna afinidad especial por el globo (ah vi un globo en la calle, era amarillo), es que ese domicilio corresponde a la Casa Colectiva Valentín Alsina , edificio de 1919, que me fascina.
Este complejo habitacional, como se lo podría llamar ahora, o gigante conventillo como me gusta pensarlo, fue el primero de los proyectos que llegaron a su fin gracias a la ley Nº 9677 . Esta ley promulgada en el año 1915, fue una propuesta del diputado cordobés Juan Cafferata. Como toda ley fue acompañada de la burocracia de rigor y gestora de la Comisión Nacional de Casas Baratas, quien se encargó de las construcciones.



Ahora sí, adentrándonos de nuevo en una de las casas de la vivienda.
Es una costumbre de este amigo, antropólogo y violinista, presentarme como de la rama dura de la ciencia, o como una científica de las de verdad. El problema es que hace años reniego de ese mote, en realidad nunca me consideré ni dura, ni científica, por lo que no soy buena carne para las discusiones obligatorias, que se dan en estas circunstancias. Simplemente por dar la razón muy pronto. Eso sí, uno siempre es inquirido por si ciertos valores en los análisis de sangre están bien o mal, algo que no puedo saber. Pero siempre hay algún ente que genera una charla divertida, en este caso explicar el comportamiento de los virus, entidades microscópicas, que crean grandes discusiones filosóficas.

También escuché que la parte que sale para abajo de una germinación es lo blanco y la parte de arriba es lo verde, que después da la planta. Que hacer un preparado con lo blanco (las raíces, a eso se lo llama raíz) y agregarlo a plantines aún no diferenciados sexualmente, es hacer una modificación genética. No, no y no, eso es simplemente agregar hormonas.

Espero la próxima velada ser beneficiada con un poco de música in vivo, porque la única vez que pude escuchar a Guille fue de casualidad en el CCGSM mezclado entre los músicos de salón y él reniega de eso.