miércoles, 19 de febrero de 2014

Bajo este cielo de estrellas caerá



No puede estar la noche más adecuadamente fresca, tan deseable de estar en ella (no se está con la noche, se está en la noche). Es suficiente una remera de mangas tres cuarto de buen algodón para cobijar sobre la espalda el pelo húmedo, no es necesario cubrirse las piernas ni los pies, más que con shorts y ojotas. No llega a sentirse frio, se disfruta el ambiente fresco.
 La noche se silencia, todos parecen dormir en sus carpas, y la lista aleatoria me trae Strange meeting II de Nick Drake. El sueño llega forzado por el vino, y yo fuerzo a ambos a persistir, a acompañarme un rato más bajo este cielo de estrellas que echan unos vistazos brillantes, camuflados entre copas de eucaliptus tan altos... No hay brisa alguna, es una sutil humedad la culpable del fresco que se siente.
Se deja oler fuerte ese pasto húmedo del bosque, mezcla de copos de eucaliptus y ramas crujientes del piso, más escaso se siente el aroma del mar, quizá lo percibo tan solo porque sé que esta hacia allá, entre la arena de aquellos médanos, unos metros más.






(En el camping del bosque en Pehuen Co, Buenos Aires)

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