Encuentro en la puerta con Andrea, Broder (que no paraba de saludar gente), Rita y Ale, mucha gente para lo que yo esperaba, de edad avanzada y negro predominante, pocas luminarias. Teníamos entradas de $60 para la segunda bandeja en el centro, después de un largo rato en que los acomodadores nos distribuyeron, comenzó a tocar la banda soporte, Underdog. Nadie los conocía ni tenía idea porque estaban ahí, la banda no sonaba mal, cantaban en inglés y era más Coldplay que Echo, nada interesante.
Minutos antes de que comience el show, toda la gente que estaba más arriba en la tercer bandeja, empieza a bajar, de golpe todo un lateral se vacía. ¿Qué pasa? Abajo estaba vacío. Es que las entradas carísimas de $150 las pagan las señoras para ver a Sabina pero no “la juventud” para los hombres conejo. Papá Ale se asomó y dio el OK, bajamos raudamente por las escaleras y nos acomodamos del lado derecho fila 18, a Rita y Andrea las esperaban dos butacas en fila 4! Ahora sí que comience el show.
Puede que Ian este más viejo y un poco gordito pero no pierde su encanto ni su voz, tenía un jean gastado y un abrigo negro, Will Sergeant, el guitarrista, que luce un poco más destruido, tenía un elegante saco de paño cruzado que yo no sé como lo soportaba, el resto de la banda eran chicos de no más de 30. Para mí sonó muy bien, como lo habían anticipado en las notas, tocaron todos los clásicos, muchos ya habían pasado en su primera visita en el 99, y los temas exactos de Siberia. Por mí hubieran tocado más temas de este disco, ya que me gusta mucho. Sigue siendo lo mismo con un toque más clásico, pero tiene canciones buenísimas y cuanto más lo escucho más me gustan, In the margin se ha vuelto en mi preferida, y fue grandiosa escucharla el miércoles por la noche. Todos vejetes pero al primer acordé estábamos de pie y moviéndonos.
La voz de Ian estuvo mucho mejor que en su visita anterior, él es un terrible arrogante que nunca se quitó los anteojos, ni dejó que las luces lo iluminaran, ni se movió del centro del escenario, sus movimientos eran encender un cigarrillo, tomar de un vaso (whis-cola, era muy oscuro para ser whisky puro, y fernet no creo que tome), y transformar en pelota al cigarro una vez acabado, dándole un puntapié para arrojarlo siempre a su derecha, me doy cuenta que es zurdo. Cada tanto se agachaba frente al micrófono, luego descubrí que ahí había un ventilador.
Cuando se produce el primer corte, decidí hacer lo que tenía ganas desde un principio, me crucé por toda la fila llegué al pasillo y me mandé adelante, el de seguridad me dice “nena no podés estar parada acá”, entonces yo me agaché “ni agachada” agregó, un chico sentado en la segunda fila me dice “vení acá que hay un lugar, este es un amargo que estuvo jodiendo toda la noche”. Me acomodo como una reina y disfruto de la segunda parte del show como pocas veces he estado, el chico que me cedió el asiento en un momento regresó pero me hicieron un hueco y ahí quedé, el de al lado estaba con muletas y las sacudía por el aire como si fuera una prenda y el de seguridad lo retaba para que se quede quieto, me reí mucho.
La segunda parte fue más tranquila, Ian se puso más en protagonista al lucir sus dotes de cantante, con What are you going to do with your life seguida por una versión de Walk on the wild side, que lástima nunca hicieron Extrange People.
Gran decepción al momento esperado por la mayoría, Lips like sugar estuvo acompañado de un gato, soponemos que local, vestido de conejita que se refregaba contra los músicos, en fin la vejez trae esas cosas. Solo quiero agregar que me produce una gran felicidad que nunca se hayan convertido en una banda popular, por lo que el show este hubiera sido en un estadio lleno de gente con la imposibilidad de lograr el clima del miércoles. Sé que no puedo ser objetiva, fue uno de los shows que más disfruté desde principio a fin.
Nos quedamos esperando la salida, pero sólo aparecieron los músicos jóvenes que se sacaron dotos, dieron besos y firmaron autógrafos, los viejos amargos deben haber salido escondidos en algún auto, se perdieron de conocernos.
Minutos antes de que comience el show, toda la gente que estaba más arriba en la tercer bandeja, empieza a bajar, de golpe todo un lateral se vacía. ¿Qué pasa? Abajo estaba vacío. Es que las entradas carísimas de $150 las pagan las señoras para ver a Sabina pero no “la juventud” para los hombres conejo. Papá Ale se asomó y dio el OK, bajamos raudamente por las escaleras y nos acomodamos del lado derecho fila 18, a Rita y Andrea las esperaban dos butacas en fila 4! Ahora sí que comience el show.
Puede que Ian este más viejo y un poco gordito pero no pierde su encanto ni su voz, tenía un jean gastado y un abrigo negro, Will Sergeant, el guitarrista, que luce un poco más destruido, tenía un elegante saco de paño cruzado que yo no sé como lo soportaba, el resto de la banda eran chicos de no más de 30. Para mí sonó muy bien, como lo habían anticipado en las notas, tocaron todos los clásicos, muchos ya habían pasado en su primera visita en el 99, y los temas exactos de Siberia. Por mí hubieran tocado más temas de este disco, ya que me gusta mucho. Sigue siendo lo mismo con un toque más clásico, pero tiene canciones buenísimas y cuanto más lo escucho más me gustan, In the margin se ha vuelto en mi preferida, y fue grandiosa escucharla el miércoles por la noche. Todos vejetes pero al primer acordé estábamos de pie y moviéndonos.
La voz de Ian estuvo mucho mejor que en su visita anterior, él es un terrible arrogante que nunca se quitó los anteojos, ni dejó que las luces lo iluminaran, ni se movió del centro del escenario, sus movimientos eran encender un cigarrillo, tomar de un vaso (whis-cola, era muy oscuro para ser whisky puro, y fernet no creo que tome), y transformar en pelota al cigarro una vez acabado, dándole un puntapié para arrojarlo siempre a su derecha, me doy cuenta que es zurdo. Cada tanto se agachaba frente al micrófono, luego descubrí que ahí había un ventilador.
Cuando se produce el primer corte, decidí hacer lo que tenía ganas desde un principio, me crucé por toda la fila llegué al pasillo y me mandé adelante, el de seguridad me dice “nena no podés estar parada acá”, entonces yo me agaché “ni agachada” agregó, un chico sentado en la segunda fila me dice “vení acá que hay un lugar, este es un amargo que estuvo jodiendo toda la noche”. Me acomodo como una reina y disfruto de la segunda parte del show como pocas veces he estado, el chico que me cedió el asiento en un momento regresó pero me hicieron un hueco y ahí quedé, el de al lado estaba con muletas y las sacudía por el aire como si fuera una prenda y el de seguridad lo retaba para que se quede quieto, me reí mucho.
La segunda parte fue más tranquila, Ian se puso más en protagonista al lucir sus dotes de cantante, con What are you going to do with your life seguida por una versión de Walk on the wild side, que lástima nunca hicieron Extrange People.
Gran decepción al momento esperado por la mayoría, Lips like sugar estuvo acompañado de un gato, soponemos que local, vestido de conejita que se refregaba contra los músicos, en fin la vejez trae esas cosas. Solo quiero agregar que me produce una gran felicidad que nunca se hayan convertido en una banda popular, por lo que el show este hubiera sido en un estadio lleno de gente con la imposibilidad de lograr el clima del miércoles. Sé que no puedo ser objetiva, fue uno de los shows que más disfruté desde principio a fin.
Nos quedamos esperando la salida, pero sólo aparecieron los músicos jóvenes que se sacaron dotos, dieron besos y firmaron autógrafos, los viejos amargos deben haber salido escondidos en algún auto, se perdieron de conocernos.
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