viernes, 14 de abril de 2006

Viviendas paraíso

Jueves santo en el Colón. A la hora acordada para entrar la tormenta estaba comenzando, solo fuimos víctimas de polvo en nuestros ojos y unas pocas gotas gracias a que Tin Tin ya estaba en la fila y muy próximo al ingreso.
Era mi primer visita al teatro, así que me sentía muy curiosa y fascinada por todo. Un ascensor nos llevó al quinto piso y por último unas escaleras de mármol nos dejaron de pie en el paraíso, que tiene forma de U y mucha gente llega a él. Lo recorrimos todo buscando un buen lugar para ver algo de la pantalla y algo de la orquesta, finalmente dimos con un hueco y gente no muy alta; estaríamos a las menos veinte respecto del centro de la pantalla (piensen en un reloj de agujas). Yo no distinguí un lugar exclusivo de hombres y otro de mujeres, me parece que me engañaron. Mientras el público guiado por los acomodadores llenaba el teatro empecé a sacar algunas fotos y a comer las prometidas garrapiñadas de Tin Tin. Había mucha más gente flasheando al teatro, intentamos encontrar a Cris y Eze que estaban en unos palcos pero no pudimos ubicarlos, unos impertinentes hubieran ayudado. Es que es inmenso.
Presentaron la película gente del Goethe Institut y explicaron detalles de las distintas copias y restauraciones, música original, etc., yo no prestaba mucha atención ya que estaba hipnotizada por las luces, los palcos, la gente, la araña, pero en un momento me di cuenta que después de unas cuantas palabras de corrido en alemán, se produjo un silencio, ¿ups que pasó con la traductora? Pobre se ve que estaba en cualquiera como yo y no pudo seguir el ritmo del germano, vino bien un poco de adrenalina porque la espera ya estaba aburriendo.
Por fin comenzó la película y la orquesta a volar. Yo quería ver todo, la pantalla, los pocos subtítulos, la escritura original, y a cada intérprete de la orquesta. Claro que era imposible todo al mismo tiempo por lo que fui alternando, la gente estaba casi inmóvil pero cada tanto se permitía un mínimo y silencioso reordenamiento. Lamentablemente en un momento los subtítulos no funcionaron y la gente empezó a gritar, silbar y aplaudir, yo pensaba en los pobres músicos que tenían que aguantar semejante burrada. No agregaba nada a la película que traduzcan la palabra –Guardias!-, ¿además es qué nadie sabe cirílico?
Mi idea era poder sacar una foto en el momento en que cae el cochecito con el bebe por la escalera gigante de la plaza, pero no tuve el resultado esperado, con algunas previas así que desistí.
El final fue impresionante, un poco cansada de las imágenes me dediqué a observar detenidamente la orquesta, había, creo yo, cuatro percusionistas. Uno de ellos, una chica que hizo del triángulo uno de los instrumentos más interesantes de la noche (¿Vos a que te dedicas? Triangulera de la orquesta del Colón), estuvo los últimos minutos de la película, que es cuando preparan los cañones del Acorazado para disparar sobre la ciudad, golpeando dos cajitas de metal de un modo impecable. El resto de la orquesta subía y bajaba, algunos se detenían y ella seguía con el ritmo a la perfección, me fascinó, quizás es una pavada hacer eso pero la ignorancia muchas veces tiene estas recompensas.
Final con aplausos y ovaciones. Luego más fascines al recorrer cada piso. Los acomodadores tenían que suplicarnos que dejáramos los espacios y nos retiráramos de una vez, nos amenazaron diciendo que ya estaban por apagar las luces y nos iban a dejar encerrados, a lo que una chica le dijo mejor así podemos ver al fantasma de la ópera.En fin estuvo genial. La lluvia estaba menguando, subimos a mi amado 39 cartel rojo tarareando como muchos otros la música, terminamos tomando cervecitas en casa y mirando Scary Movie II.

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