miércoles, 5 de abril de 2006

Libros... para qué?

Hoy a la mañana estaba limpiando el balcón cuando al observar la cantidad de despreciables pulgones que se encontraban aferrados en mi hermosa plantita de perejil, empecé a creer que aquellos fervientes promotores de la teoría de la generación espontánea, quizás no estaban tan errados. ¿Cómo es posible que lleguen a una maceta perdida en un séptimo piso esos bichos? ¿Es qué acaso vuelan? No solo pulgones habitan en mis plantas, un ecosistema muy diverso me acompaña en el balcón. De verás, yo creía que se dificultaba la presencia de insectos de todo tipo en un espacio tan hormigoneado, parece que ellos también se han adaptado a la ciudad.
Por la tarde ya olvidado el tema de los pulgones, me puse a buscar unos apuntes de Historia de la ciencia y encontré esto:

Receta para hacer ratones

“Las Criaturas tales como los piojos, garrapatas, pulgas y gusanos son nuestros miserables huéspedes y vecinos, pero nacen de nuestras entrañas y excrementos. Porque si colocamos ropa interior llena de sudor con trigo en un recipiente de boca ancha, al cabo de veintiún días el olor cambia y el fermento, surgiendo de la ropa interior y penetrando a través de las cáscaras de trigo, cambia el trigo en ratones. Pero lo que es más notable aún es que se forman ratones de ambos sexos, y que estos se pueden cruzar con ratones normales que hayan nacido de manera normal... Pero lo que es verdaderamente increíble es que los ratones que han surgido del trigo y la ropa íntima sudada no son pequeñitos, ni deformes ni defectuosos, sino que son adultos perfectos”
Juan B. Van Helmont, Ortus Medicinae, 1667.

Primero quiero aclarar que yo no hice un experimento por el estilo en mi balcón, luego llegó Pasteur y demostró que tal teoría no era factible. También me gustaría leer la versión original de esto y como se llega a esa traducción, yo no puedo creer que Van Helmont aseguraba que le crecían ratones de ropa sucia. Así como este texto se encuentran muchos más bastante risueños en la actualidad pero que en la época eran serios, por ejemplo cálculos exactos (día y hora) de cuando se había creado el mundo y el hombre, o que los hombres ya venían preformados en miniatura en los espermatozoides.
El lunes en el almuerzo decíamos que ahora de algún modo el poder de observación de lo cotidiano esta reducido, todo nos resulta más fácil por esa vida cómoda de ir al laboratorio y encontrar todo listo para medir, las leyes escritas, discutidas y aceptadas. Ya se saben muchas cosas, es como que estamos en la época de los detalles. Llegamos entonces a la conclusión que cada tanto se deberían tirar los libros y empezar de nuevo con todo.
Que suerte que gente como nosotros no tiene poder alguno.

1 comentario:

Miriam Leal dijo...

Estamos leyendo el libro de Ciencias Naturales de 6º año y llegamos a este lugar para ampliar la información.
6º a y C escuela Nº 64, Salto, Uruguay