miércoles, 15 de junio de 2005

Filosofía de la tetera

Ese título fue utilizado en la revista Llegás, un par de números atrás, para referirse a una nota sobre la ceremonia del té, yo lo uso para enunciar mi aneda del día.
Hoy tuve que estar en la facultad 9 a.m., yo sé que no es muy temprano pero para llegar a esa hora debo madrugar y salir corriendo de casa, dos acciones que no hacía en mucho tiempo, motivo por el que a veces quedo más atontada de lo de costumbre. Peor los días, que como hoy, no había trabajo práctico y solo estaba de verdugo cuidando un examen.
En un momento de la mañana me dirigí apresurada al baño, unos microsegundos después de haber traspasado la puerta, unos extraños artefactos blancos colgados de la pared con un hoyo en el centro y bolitas de naftalina de colores, me señalaron que había entrado al recinto equivocado. Por suerte el lugar parecía desierto, no quise seguir investigando y salí raudamente para entrar en la puerta de enfrente, mientras advertía que un grupo de alumnas, que estaban sentadas en una mesa cercana, observaba mi hazaña.
Ahora bien, ¿por qué nosotras no tenemos bolitas de naftalina de colores en el inodoro?

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