martes, 24 de mayo de 2005

Una que sepamos todos

Muchas veces pasa que uno recuerda una canci?n e inmediatamente la asocia a la imagen de la película que llegó a musicalizar, otras sucede al revés, recordamos una escena y luego la canción que la acompaña. Con Trainspotting a mí me sucede algo un poco más allá, escucho su banda de sonido completa y no hago más que recordar cada escena de modo de generar la película (casi) completa en mi mente.
Recuerdo que vi Trainspotting por primera vez en los cines de las Galerías Pacífico, si la memoria no me engañaa era el año 99 (la película es del 96, tan tarde se estrenó acá, quizás este confundida). Yo recién empezaba a trabajar en el lugar que ahora tanto detesto, seguramente para esa época aún creía en la utilidad de la ciencia, o por lo menos creía que algo podia hacer y aprender con ella. Fui sola a la salida del trabajo y la sala estaba a medio cubrir, también recuerdo que se hablaba de la película como una apología a las drogas, generando algunos de esos inútiles debates de turno que ya se han consolidado y cada tanto reaparecen.
Lo que más me impresionó fue la cara de ese bebé cuasi muñeco asqueroso. Pero sin duda tanto la escena en la que Renton se sumerge en el inodoro como en la que se da el último toque y cae desplomado en esa alfombra hundiéndose son inigualables, ese detalle, esa diferencia lo dan las canciones de Brian Eno y Lou Reed.
Volví a ver la película muchas veces, la conseguí por $3 en el kiosko de diarios de la estación del subte Independencia, esa colección que venía con la revista Caras pero que en algunos lugares vendían por separado a ese módico precio. Nunca me aburrió y considero que no envejeció, que aún se conserva en buen estado como sucede con los clásicos.
Ahora, puesto que trabajé para este espacio que tenía tan venido a menos (todo gracias a que hice a pedido una copia de la banda de sonido del objeto de este posteo), y como el borrador de mi tesis ya esta impreso y solo espera que mi jefe vuelva a darle "una mirada", y como no tengo ganas de leer ningún paper, ni a Barthes para la clase de Sarita de Saussure, y menos corregir los parcialitos de los alumnos, me dispongo entonces a ver una vez más la película para corroborar todo lo expuesto en los párrafos anteriores. Por supuesto, siempre que el sueño me lo permita y antes de que me lleve a dar un paseo que nunca pueda recordar.


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