En una de mis tantas campeadas nocturnas, en este caso en busca de alimento, di con un tesoro afín a todos los habitantes de esta ciudad. Como la lluvia me enternece y encanta, comparto el secreto: en La Continental de Soler y Sanchez de Bustamante, Gerardo, el encargado de la caja de turno noche, tiene una bolsa llena, que digo llena, llenisísima de monedas de $1.
Unos minutos antes ya me había hecho feliz con un vuelto de $2,60 en casas de Tucumán y un Escudo Nacional (¿no se sienten los mayores delincuentes de la ciudad cada vez que les tienen que dar vuelto en monedas?); más luego, durante mi espera que se entretenía en mirar al viejito que leía el diario sentado en una mesa, quedé atónita ante semejante demostración de poder. Gerardo sacó una bolsa de polietileno transparente de unos 25 x 35 cm que contenía solo monedas, intenté calcular la cantidad pero estaba tan desconcertada que no pude; juro que no podía quitarle los ojos de encima. El potentado entregó el vuelto a otro cliente, sacó algunas para la caja y guardó el erario nuevamente en su caja fuerte(cita como Cartman).
Me encanta Soler y el triángulo que forma con el pasaje De la Carcova y Mario Bravo, una enredadera cuelga de algunos de los cables que atraviesan la callecita. Me gusta pasar por esas calles, la esquina maliciosa en donde, de las cinco calles que se abren, cuatro tienen nombres diferentes y es casi imposible cruzar Honduras sin ser arrollado por un vehículo. El local de las alfombras, el bar de la esquina, aunque nunca entré porque tiene poca luz, pero lindas aberturas. Cuando necesito artículos de librería siempre voy a la del Sr. Amable y distinguido que esta sobre Cnel Díaz y compro los CD’s y DVD’s en el local de enfrente, donde atienden el chico y la señora super-macanudos. Rematan el cuadro las tipas y el brillo de la calle llovida. ¡Cómo resbalan mis Kickers!