Las músicas se mezclan.
Lejos: las Jam juegan con pentagramas revueltos, inexistentes.
Acá: el río con ese fluir continuo, sereno.
Unos dedos largos y delgados sonríen en cada tacto.
-Mirá hay nubes por allá.
-No, mirá por aquel lado las estrellas.
Silencio.
Reflejos.
Sonrisas.
Caricias...
y las únicas certezas de ese momento:
el silencio se escucha y el tiempo existe en la piel.
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