Subí
a la canoa, le quité la amarra, me despegué de la orilla con un
pequeño empujón en el borde, tomé los remos y comencé a moverme.
El agua estaba marrón y espesa. La luz del sol se filtraba entre los
árboles y formaba retazos de superficies brillantes al chocarla. El
río corría con un vaivén constante, el impulso de los remos lo
frenaba y permitía que me desplazara, mis movimientos también
tenían que ser constantes y precisos para lograr avanzar.
La
orilla de a poco quedaba distante. El sol estaba a punto de perderse
entre las copas más bajas de los árboles. De pronto un destello
atravesó el espacio interno de mi canoa, vi algo que no había
cargado. No llegaba a reconocer la textura y color del objeto,
parecía un pedazo de tela camuflada abollada. Sin dudas no lo había
puesto ahí. ¿Cómo fue que no me di cuenta apenas subí al bote? La
curiosidad tuvo que acompañarme hasta llegar a la otra orilla, si
dejaba de remar la corriente me alejaba de mi curso, y ya estaba por
oscurecer por completo. Mientras, el bollo de tela seguía ahí
frente a mis ojos: inmóvil. Logré desplazarme un poco hacia
adelante, en el estrecho hueco de la canoa, con el pie izquierdo
logré mover la tela, parecía un bolso o una mochila. No le quité
la vista de encima, cada tanto se iluminaba por un rayo de luz.
Imaginé que se movía. No podía dejar de pensar de quién sería.
No había cruzado a nadie en esa isla, estaba en una zona del litoral
poco transitada.
Cuando
llegué a la otra orilla, aferré la canoa, tomé con mucho cuidado
el bollo de tela. Era una mochila camuflada, revisé su interior,
estaba vacía. Busqué en cada uno de sus bolsillos. Encontré un
papel plegado a modo de avioncito, lo abrí y leí “usame en tu
viaje, podés cargar muchas cosas, dejarme en el piso o colgarme de
un árbol, pero nunca me guardes vacía en un armario”.
Armé
la carpa. Guardé algunas de mis cosas en la mochila, apoyé la
cabeza sobre ella y me recosté a ver el sin fin de estrellas que de
a poco cubría el cielo para trazar mi próximo recorrido; mientras
asomaba un leve viento húmedo y caluroso, como siempre pasa en el
litoral.